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jueves, 30 de noviembre de 2017

Tema 2. La enseñanza de lenguas en el presente modelo educativo, nacional y autonómico.

En esta sesión hemos tratado algunos temas importantes que repercuten directamente en nuestra futura función docente. Tanto desde el MCERL, como la Xunta pasando por el gobierno y el ministerio de educación todos ponen sus “normas” o condiciones para ejercer la docencia. Por ello, en la tarea educativa, nos encontramos ante numerosos problemas que dificultan el desarrollo. Además, el libro de texto, nuestra principal herramienta de trabajo no suele estar creada para incluir estas peticiones específicas de los distintos organismos y la organización del aula se convierte en un puzle donde encajar todas las piezas resulta bastante complicado. A grandes rasgo, los profesores deben desempeñar la función docente dentro de un marco muy pequeño de decisión. Es el centro el que plantea el proyecto educativo y al que debes adecuarte, las horas a la semana que se va a impartir tu clase y la estructura que va a seguir tu materia. Además desde el gobierno central vas a tener que responder a unas evaluaciones específicas unos exámenes externos y en el caso de algunos alumnos una certificación de nivel de lengua. Por todo esto, se va a ver reflejado que desde el exterior se va a juzgar tu trabajo, pero no las circunstancias en las que lo desarrollas.
         Personalmente, de entre todas las dificultades a las que te enfrentas la más difícil de encarar es la edad y madurez del alumnado de secundaria. Las principales causas por las que considero que es importante es que son a la vez los primeros implicados y perjudicados. A pesar de que las edades “físicas” sean parecidas por norma general las clases no son homogéneas en la edad de madurez mental. El hecho en sí no es un problema, de hecho es algo normal, pero sí que lo es que no se tenga en cuenta este factor para los diversos objetivos a alcanzar.
         Si nos paramos a analizar cada uno de los perfiles de alumnos de una clase de secundaria lo normal es que encuentres múltiples resultados. Por ello, es difícil organizar e impartir una clase bajo unos estándares impuestos sin pararse a entender cómo funciona ésta. Esta organización prefijada supone que en cada clase, el docente deba hacer los contenidos para cada uno de los alumnos, es decir, trabajar el mismo material de tres o cuatro formas diferentes para que todos ellos comprendan los contenidos. Por otro lado, y dejando a un lado los objetivos de conocimiento que el profesor debe alcanzar, las competencias a desarrollar también serían un problema. No se pueden trabajar los mismos niveles de competencia si los propios alumnos se encuentran a niveles distintos de desarrollo. Por desgracia para los alumnos, las leyes y estándares no contemplan estas diferencias dentro del desarrollo personal que sin embargo, repercuten bastante en la adquisición del conocimiento. En tercer lugar, entre los propios estudiantes las diferencias en las etapas de madurez son un impedimento a la hora de formarse como grupo. Muchas veces, los alumnos con una madurez menos desarrollada se ven influenciados por los que sí la han desarrollado y manipulan su crecimiento de alguna manera, de este podo es difícil también crear una conciencia de grupo.
         A pesar de que los problemas de pueden apreciar con más o menos claridad, las soluciones no son tan sencillas. El hecho de que la etapa escolar se adecúe a unas edades específicas para que a los 16 años se termine (debido a que es la edad legal para trabajar), hace que los estándares de desarrollo se sitúen en unos cursos específicos. Sin embargo, todo esto es derivado de los contenidos y de la “rendición de cuentas” que los centros deben mostrar al finalizar los cursos. Quizá se podría concebir un sistema en el cual las edades “físicas” no sean representativas de los cursos. Cada uno seguimos nuestra propia velocidad de desarrollo y ésta puede estar por debajo o por encima de esa media prefijada. Actualmente existen algunos métodos que se alejan un poco de estas prácticas, por ejemplo, el método Montessori no fuerza a los estudiantes a aprender lo que les exigen en las administraciones sino que esperan a que sea el propio estudiante el que sienta interés por estudiarlo o aprenderlo.

         En conclusión, los puntos negativos referentes a la madurez del alumnado es un verdadero hándicap en el desarrollo. El sistema no destaca por adaptarse a las necesidades del alumnado, sino más bien en que el docente consiga aunar las exigencias de la administración con la buena predisposición de los estudiantes desembocando en una trayectoria académica favorable. Sin embargo, considero que muchas veces no es solo un proceso de enseñanza-aprendizaje sino que, aunque se nos suele olvidar,  ante todo son etapas de desarrollo y cada uno se desarrolla a su tiempo. El sistema no tiene en cuenta muchos factores, pero sin duda no contemplar el nivel de madurez de sus propios alumnos es un craso error que perjudica en gran medida.   
        


            

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