Como habréis
podido observar mis queridos lectores, en estas primeras sesiones de esta
materia hemos hablado ya de multitud de temas. Para esta entrada he de
seleccionar algo que me gustaría compartir con todos vosotros y un tema que me
toca con especial interés es la motivación del alumnado y del docente.
El mundo en
el que vivimos hace por sí mismo que la lengua extranjera pase a ser un
conocimiento de primer nivel, necesario para el desarrollo de la mayoría de las
personas. Expuestos a un mundo globalizado en el que se considera la relación
(social y comercial) tan importante, la comunicación toma un papel primario en
la sociedad. Sin embrago, esto ocurre una vez que esa necesidad es inminente y
no se educa a los jóvenes en esa necesidad de la misma forma. Quizás no ven esa
necesidad como inmediata, quizás creen que no es necesario que lo aprendan
ahora… Muchos de los adolescentes poco a poco cambian esta idea pero aun así no
es suficiente para cambiar su actitud o para cuando lo hacen, es demasiado
tarde.
En la
actualidad, los jóvenes tienen muchísimas posibilidades de estar en contacto
con la lengua extranjera de una forma regular, sin embargo esto no siempre se
pone de manifiesto. Es obvio que si tienen claro el objetivo de aprenderla les
será más fácil encontrar las ganas de hacerlo. Sea extrínseco, como sacar una
buena nota, o intrínseco, sentirse realizados consigo mismos, es necesario que
tengan algún tipo de motivación.
Es menester
del profesor una gran parte de esta motivación. Personalmente considero que lo
primero es tener conocimiento. Es decir, conocimiento de tu alumno. Por
ejemplo, (y personalmente aplicado) un alumno al que le guste el fútbol puede
encontrar interés en temas relacionados con eso. El interés denota motivación y
lo más probable es que pusiese mucho más empeño en leer artículos futbolísticos
de periódicos extranjero. Además yo siempre utilizo la técnica del “¿qué
quieres ser de mayor?”. Esta pregunta siempre lleva una respuesta de algo con
lo que de por si ellos mismo se motivan, alcanzar la profesión que les
gustaría. Del mismo modo, hoy por hoy, prácticamente es aplicable el
conocimiento de idiomas para cualquier profesión. Por ejemplo, al caso anterior
“¿Qué quieres ser de mayor? Futbolista” podrías debatirle el hecho de que, al irte a
jugar a la Premier League tienes que hablar inglés, porque los entrenadores
hablan en ese idioma. Del mismo modo y sin que sea tan específico consiste en
hacerles entender la importancia del conocimiento simplemente para que el día
de mañana nadie te pueda estafar o nadie pueda sacar partido de ti por no saber
algo que podrías haber aprendido.
Con esto
tampoco me gustaría dejar la motivación del propio profesor al aire. Obviamente
para hacer todo esto se requiere, por encima de todo GANAS. La mayor parte de
las veces no se entiende que la motivación de los alumnos puede ser altamente
afectada por los propios profesores (como por ejemplo el tema del tratamiento
del error). Muestra de ello es la creencia de tener “vocación”. Con este
término se refiere a que muchas veces no puedes dejar que la situación te
sobrepase porque no eres solo tú y si la persona en la que depositan su
confianza no se siente motivada, ellos tampoco se sentirán así.
Como alumna
y como profesora, una de las frases que más he escuchado entorno a si los
alumnos disfrutaban o no la asignatura es “Se nota que al/a la profe le
apasiona ese tema” y esto se veía reflejado en como los estudiantes se lo
tomaban. Por ello me declaro fiel defensora del papel motivador del profesor,
del cual parten la mayor parte de los estados anímicos de una clase. ¿Qué
pensáis vosotros?
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