En la concepción moderna de la escuela se han ido
modificando las prácticas docentes poco a poco. Afortunadamente, se han podido
ir cambiando los métodos tradicionales como cambiando la visión del “la letra
con sangre entra” a una mucho más creativa, profesional y efectiva. Desde la
función docente, es cierto que se ha incrementado tanto el nivel de exigencia
como el de trabajo personal puesto que los nuevos métodos exigen un alto nivel
de implicación. Uno de las prácticas más desarrolladas es el trabajo por proyectos. Consiste en
planificar, gestionar y hacer efectiva una idea de trabajo en la que todos los
estudiantes participen de una forma colaborativa. Los beneficios de esta
práctica son numerosos. Primeramente, desde el punto de vista del alumno, la
propia concepción del trabajo aumenta su motivación por hacerlo. Al consistir
en un resultado final común cada uno de ellos aporta sus propias ideas para
hacerlo un poquito mejor y consigue que se sientan parte del proyecto. Del
mismo modo, la estructura da pie a que se apoyen los unos en los otros para así
seguir una idea común dejando así cabida para prestar ayuda o pedirla. Desde el
punto de vista del docente existen algunas puntualizaciones. Como ya he dicho
antes, la organización, desarrollo y ejecución del trabajo tiene un nivel de exigencia e implicación muy alto
y por ello todos estos factores se ven afectados por el papel del profesor. Es
una gran responsabilidad y al mismo tiempo una gran recompensa. Existen
bastantes ejemplos de trabajo por proyectos y es casi natural que tengan una
buena acogida de entre todos los implicados.
Para
nuestra aula de lenguas extranjeras vamos a desarrollar un proyecto cuyo
resultado final resulte ser un periódico.
Me parece una idea muy interesante porque en él se pueden incluir muchos otros
sub-proyectos. Además la temática a tratar puede ser escogida por los propios
alumnos, hay múltiples labores a desarrollar dependiendo de los gustos y de los
intereses del propio alumno y se da a unirse con otras materias desarrollando
un trabajo interdisciplinar. Además, las competencias a desarrollar son muy
variadas y muy importantes en el futuro del estudiante como puede ser el
trabajo en equipo, las competencias comunicativas, el uso de las tecnologías,
etc.
Para la
organización de este jornal es importante que la clase cree unos departamentos por grupos que simulen el
conjunto de una imprenta. Es decir, habrá un departamento editorial,
departamento periodístico, departamento de diseño y un departamento comercial.
El departamento editorial será el
encargado de valorar y escoger los artículos y entrevistas, así como constatar
los plazos de entrega y organizar la coordinación entre los departamentos. El periodístico es donde se sitúan los
escritores y fotógrafos que después de las reuniones generales procederán a
hacer entrevistas, artículos y demás. En el departamento de diseño será en encargado de manejar los
programas informáticos para la concepción física del jornal y el departamento comercial debe buscar sponsors,
preguntar precios y conocer los lugares donde el periódico sería mejor acogido.
Obviamente se dejaría a cargo de los estudiantes elegir el departamento al que
pertenezcan siempre supervisando las buenas prácticas de los mismos. En primer
lugar sería importante hacer una reunión de todos los departamentos (con su
portavoz) para acordar los temas y las fechas de la edición.
La evaluación de este proyecto se enmarca
en una visión y valoración tanto dependiente del resultado final como de todo
el proceso. Mediante una rúbrica de evaluación se evaluará el resultado final
en el que se contienen los objetivos alcanzados por cada uno de los alumnos en
particular dentro del grupo y del departamento al que pertenezca. Para que esta
evaluación sea lo más realista posible, es tarea del profesor supervisar todo
el procedimiento, es decir, no solo basta con evaluar el resultado final puesto
que al tratarse de un proyecto grupal en ese resultado final habrá un todo
heterogéneo. Además, una vez finalizado el proyecto es necesario hacer un
debate/coloquio sobre cómo han vivido la experiencia desde el papel del
alumnado para así corregir o potenciar algunas fases en el proceso.
En conclusión, considero que el trabajo
por proyectos es una muy buena práctica para la clase, sobre todo en la
adolescencia. En esta etapa caracterizada por el desarrollo tanto físico como
psicológico de los estudiantes, la importancia que se da a los contenidos debe
ser complementaria a las competencias a desarrollar. Realmente, en el gran paso
de adolescente adulto se mide por la madurez y no por la cantidad de contenidos
que hayas asimilado. Esta madurez propia de la edad adulta se alcanza con la
puesta en marcha de las denominadas competencias. Los trabajos por proyectos
ayudan el desarrollo de estas competencias y la potenciación del crecimiento
colectivo. Y es que, ¿De qué vale que
aprendan mucho sobre una asignatura si no aprenden lo más importante, que es
crecer?
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